Entrevista a Fernando Castro. “RECUERDO QUE AÚN EMOCIONAN”

Entrevista a Fernando Castro. “RECUERDO QUE AÚN EMOCIONAN”

RECUERDOS QUE AÚN EMOCIONAN

Mitad de semana y una amena conversación son el inicio para conocer más acerca de Fernando Castro o “Castrito”, un personaje que muchos de ustedes recordarán con especial cariño.

Llegó al Colegio Mackay a trabajar en el año 1973, lugar que no tardó mucho en convertirse en su casa.

“Entraba a las 8 de la mañana y muchas veces me quedaba hasta después de las 16:30. Fui auxiliar de aseo, jefe de personal y vi también  cómo el colegio fue creciendo”.

En los recreos era usual ver a Fernando Castro organizando juegos o partidos de fútbol a los niños.  Siempre les inventaba alguna cosa entretenida para hacer.

“Recuerdo que una vez se me ocurrió armarles un partido de fútbol a alumnos de Primero Básico. Les dije que eran la selección del colegio chico y coordiné un partido con los de Tercero Básico. Íbamos perdiendo. Para que la situación se revirtiera, y como yo era el árbitro, los hice empatar”.

“Siempre les decía a los niños que quería verlos unidos y que fueran capaces de conformar  una gran comunidad. Y es muy gratificante darse cuenta que con los años sí lo lograron”, afirma Fernando Castro.

Son varias las anécdotas que “Castrito” recuerda y de las cuales aún se ríe. “Una vez estábamos en el auditorio y los niños veían una película. Justo en un momento importante y cuando estaban todos expectantes, corté la transmisión. Imagínese cómo reaccionaron los niños”.

DJ, colaborador para armar escenografías para las presentaciones, muchas veces consejero fueron solo algunos de los roles que “Castrito” realizaba y que iban más allá de lo que eran sus labores en el colegio.

“El colegio significó mucho para mí. Si hay un sueño que me gustaría cumplir es volver a caminar por todos esos lugares por los cuales transité por tantos años. Y cuando  ya no esté, quiero irme junto con la bandera del Mackay”.

Estas son las sinceras palabras  del querido “Castrito”, quien pareciera emocionarse cada vez que habla de toda esa comunidad mackayina que formó parte de su vida laboral por casi 40 años. Hoy, ya retirado, recuerda cada momento vivido como si hubiese sido ayer. No caben dudas que al Colegio Mackay lo lleva tatuado en su corazón.

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